19 Febrero 2020
Finalizando el siglo XIII se presento una fuerte caída de la producción agraria debido a varias causas: el agotamiento de los suelos agrícolas explotados durante siglos; y la sustitución de cultivos alimenticios por otros dedicados a la producción textil que era la base del comercio, están entre las más importantes. Además, en el siglo XIV, se presentó en Europa un descenso muy fuerte de la temperatura, que recrudeció en el siglo XVI, y solo empezó a superarse hacia finales del siglo XIX. A este período se le denomina “pequeña edad de hielo”. Estas múltiples causas provocaron años de malas cosechas, el aumento de los precios de los alimentos y, en consecuencia, grandes hambrunas.
A causa de la debilidad provocada por el hambre, los europeos resultaron una presa fácil para las enfermedades y las epidemias. Durante esta época, se presentaba en, Europa diversas guerras, como la guerra de los Cien Años. Estos conflictos, sumados a las enfermedades, tuvieron como consecuencia un fuerte descenso de la población. Se estima que hubo alrededor de 25 000 000 de muertos. Fueron tantas las muertes que Europa se recuperó demográficamente, recién tres siglos después. A pesar de que la crisis afectaba principalmente a los campesinos, los señores también sufrieron las consecuencias. Para mantener su alto nivel de vida, tenían dos opciones:
La primera era incrementar la presión sobre los campesinos que aún permanecían en sus dominios, corriendo el riesgo de que estos se sublevaran y escaparan. En la mayoría de los sitios en que se optó por este camino, se produjeron levantamientos populares.
La segunda, era ofrecerles mejoras como incentivo para trabajar y para evitar su huida. Donde se optó por la segunda opción: muchos señores comenzaron a ofrecer salarios a los campesinos para que trabajasen las tierras.