5 Marzo 2020
Además de los conflictos políticos y religiosos, el siglo XIV trajo para Europa una serie de dificultades de índole climática que desencadenaron una baja en la producción agrícola. Esta situación afectó a la población con períodos de hambruna y, por tanto, problemas de desnutrición. En este escenario, irrumpió la peste negra.
La peste negra o peste bubónica ,llamada así por las hinchazones o bubas que aparecían por todo el cuerpo de los afectados– fue una epidemia mortal que llegó a Europa en las naves mercantes provenientes de Asia, a causa de roedores que tenían pulgas infectadas.
La epidemia comenzó en 1347, se dispersó por el continente con rapidez y en dos años acabó con la cuarta parte de la población europea. La peste fue considerada un castigo divino a los pecados cometidos por la humanidad. La gente reaccionó de diferentes maneras ante los embates de la enfermedad: escapando al campo, donde las muertes eran menos frecuentes; flagelándose y entrando en penitencia, o viviendo desenfrenadamente ante la amenaza de una muerte cercana.