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20 Septiembre 2019
En el año 594 a.c., con la esperanza de evitar la tiranía, los aristócratas gobernantes atenienses respondieron a la crisis escogiendo a Solón, uno de los tres arcontes que gobernaban Atenas por ese tiempo, de poderes dictatoriales para reformar la constitución y las leyes de la ciudad.
Solón canceló todas las deudas de tierra vigentes, prohibió nuevos préstamos que tuvieran seres humanos como garantía de pago y liberó a las personas que habían caído en la esclavitud a causa de sus adeudos. Sin embargo, se negó a llevar a cabo la redistribución de las tierras, por lo que fracasó en la negociación para solucionar la causa básica de la crisis económica.

Al igual que sus reformas económicas, las medidas políticas de Solón fueron también un compromiso. Si bien no se eliminó de ninguna forma el poder de la aristocracia, se abrieron las puertas a la participación de nuevas personas en el gobierno, en especial la de la gente acaudalada no aristócrata. Entonces era la riqueza, en lugar del origen, lo que calificaba a la gente para obtener cargos políticos, creando así una positiva movilidad política. Reestructuró las instituciones políticas al establecer un equilibrio entre la Ecclesia (asamblea popular), la Bulé (órgano deliberante reservado a las tres clases superiores) y nueve arcontes (de naturaleza ejecutiva, reclutados de entre las dos clases superiores). Solón dividió a los ciudadanos atenienses en cuatro clases basadas en la riqueza. Sólo los hombres de las dos primeras clases (las más ricas) podían ocupar el arcontado y ser miembros del Areópago.