17 Septiembre 2018
Durante las revoluciones burguesas de 1848 se destaca, la rebelión que se inició con la caída de Luis Felipe de Orleans, en parís el 11 de febrero del mismo año, quien huyó a Inglaterra. Francia se convirtió por segunda vez en República. La revolución fue obra, principalmente, de grupos de la pequeña burguesía y de los obreros. El gobierno republicano, en respuesta a las exigencias del proletariado, reconoció el "derecho al trabajo" y organizó "talleres nacionales" para dar ocupación a los numerosos cesantes. Más pronto se produjeron divisiones y conflictos entre los dirigentes revolucionarios. Los grupos moderados entre la burguesía se opusieron a las reformas radicales. Los obreros recurrieron a las armas y se levantaron nuevamente. El gobierno movilizó las tropas que en sangrientas luchas callejeras reprimieron la primera revolución obrera en Europa.
Luis Napoleón, un sobrino del emperador, hombre ambicioso que soñaba con restaurar el imperio, supo conquistar la confianza de amplios sectores de la población. Con gran mayoría fue elegido en 184 8 Presidente de la República. Cuatro años más tarde se hizo proclamar Emperador de los franceses (1852-1870).
Esta revolución se extendió, en forma simultánea, a los estados italianos, austriacos y alemanes, viéndose favorecidos por inventos como el telégrafo y los trenes que fueron fuente de dispersión, llevando rápidamente la información a los demás países. Una reacción nacionalista contra el internacionalismo centrado en Francia del periodo carbonario, capto gran parte de la izquierda y condujo a las naciones a alzarse desde 1830 en forma espontánea y simultanea de forma separada contra las monarquías.